Ultrabook, tablet, PC
o convertible: ¿Qué dispositivo usar en la empresa?
Y su control por voz
La unión del hardware
de Intel y el software Windows 8 de Microsoft ha ampliado la oferta de
dispositivos disponibles para los usuarios corporativos, cada uno de ellos con
sus ventajas particulares.
Con su capacidad innata para revolucionar el
mundo, la tecnología ha alcanzado un nuevo nivel de expansión: el de la consumerización.
Esto es, la entrada de los dispositivos informáticos
personales en los sistemas corporativos como paso lógico de su evolución,
donde destaca especialmente el fenómeno BYOD o “Bring Your Own Device”. Pero
donde también se encuentra el uso de plataformas basadas en el cloud computing
para compartir archivos entre compañeros o la interacción de los empleados a
través de redes sociales. Se trata de una situación con sensaciones
ambivalentes, conlleva ventajas de productividad y ahorro al mismo tiempo que
inquieta a los directivos a nivel de seguridad y control. Y es que todo el
saber tecnológico que hemos ido acumulando en nuestra vida diaria, desde
hardware hasta aplicaciones y servicios de Internet, impacta con fuerza en la
experiencia laboral tradicional.
Por ejemplo, ahora se puede trabajar en
cualquier momento desde cualquier lugar. Las plantillas de nueva generación se
definen por su condición de nativos digitales que han crecido navegando por
Internet y con al menos un ordenador en sus hogares, por lo que aceptan de buen
grado esta intrusión de la tecnología doméstica en la oficina. Se comunican a
través de mensajería instantánea o plataformas como Facebook, Twitter, LinkedIn
y Skype, tachando el e-mail como vehículo de la vieja escuela. Y, además, han popularizado
el consumo de productos portátiles y móviles, actualmente disponibles en
modelos que están al alcance de todos los bolsillos.
¿Cómo se puede manejar esta transición,
desde el punto de vista de la empresa? Todo un gigante de la industria como Intel propone aplicar una
estrategia dividida en cinco sencillos pasos con el objetivo de asumir lo
inevitable y reducir los riesgos de gestión.
Comprender el cambio de
paradigmas: Si los empleados de hoy en día son más sabios tecnológicamente y
más sofisticados que nunca antes, y las opciones que se les presentan en el
trabajo no cumplen sus expectativas, serán capaces de implementar por sí solos
otras soluciones que les permitan ser más productivos. Esto implica
generalmente conectar sus dispositivos personales, descargando o utilizando un
servicio de almacenamiento en la nube personal o a través del social media. El
cambio está ahí y hay que aceptarlo: los plazos de aprendizaje se han reducido
de años a meses. Y, si bien la consumerización es un avance socio-laboral
necesario, puede entrar en conflicto directo con las políticas de seguridad
corporativas si no se traza un plan claro.
Repensar la computación
de usuario: El modelo de seguridad basado en redes de PC está cambiando. Los
distintos gadgets aportados por los usuarios de la red corporativa varían no
sólo en modelos, sino también en sistemas operativos y en patrones de
comportamiento. Una manera de simplificar su administración y crear una
estrategia más humana es a través de lo que Intel denomina “gestión
centralizada”, donde los administradores de TI cuentan con la visibilidad y
flexibilidad necesarias para dotar a cada persona con los recursos correctos.
De hecho, buena parte de los dispositivos con arquitectura Intel que ya se
utilizan en el entorno profesional ofrece capacidades de seguridad y gestión
integradas que ayudan a solventar problemas tecnológicos e, incluso, a realizar
reparaciones remotas con software inutilizado.
Crear un enfoque global: Cuando se desarrolla
por primera vez una política de estas características, para controlar los
problemas potenciales de la consumerización, puede caerse en el error de la
copia de patrones de terceros. Pero es importante recordar que lo que funciona
bien para una empresa normalmente no suele ser suficiente para otra. Cada
organización tiene una idiosincrasia que la hace especial, por eso Intel
considera que lo ideal es comenzar con una estrategia centrada plenamente en el
usuario y después dirigir esfuerzos tanto a los dispositivos que los
trabajadores poseen por sus propios medios como a aquellos otros que pertenecen
al lugar del trabajo. O, dicho de otro modo, todo debe versar más sobre las
personas y sus necesidades, y menos sobre la tecnología en sí.
Dar soporte a los
dispositivos personales: Dentro de esta filosofía, una parte fundamental es
conocer al dedillo las características de los dispositivos que aportan
los empleados y, en consecuencia, darles el soporte tecnológico adecuado. Para
asegurar el éxito de esta tarea, las empresas deberían, por este orden:
identificar y conseguir la participación de los interesados, actualizar las
pautas de su modelo de seguridad, dirimir a qué sistemas operativos y
terminales se les otorgarán permisos de conexión, planificar la compatibilidad
de red y activar su despliegue, y mantenerse informadas de actualizaciones y
posible evolución de las tecnologías de gestión, productividad y rendimiento.
Encontrar la
herramienta adecuada para cada trabajo: A pesar de la comodidad derivada de
llevar tu propio dispositivo al centro de trabajo, también hay muchos empleados
que prefieren que sean sus superiores los que les provean de las herramientas
necesarias para desempeñar su labor. Y parte del proceso de repensar el
acercamiento a la experiencia de computación del usuario final comprende
reconocer que ya no existe una única solución válida para todo el mundo. Los
empleados más móviles pueden necesitar un portátil totalmente equipado junto a
un smartphone o una tableta, mientras otros usuarios encargados de tareas de
negocio especializadas necesitarán herramientas optimizadas para la
portabilidad y usos prolongados. En cambio, los que se queden en la oficina
recurrirán a equipos de sobremesa con las máximas especificaciones.
Es primordial encontrar la herramienta
adecuada para cada empleado, tarea, momento y lugar. Por fortuna, hoy
en día existen opciones pensadas para todo tipo de situaciones y usuarios,
que se alimentan gracias a la arquitectura de procesador y las avanzadas
tecnologías de Intel y que están gobernadas por el sistema operativo Windows 8.
Una de las apuestas claras para las modernas
empresas de hoy en día y sus no menos modernos trabajadores son los Ultrabooks,
esos sistemas capaces de ofrecer la misma potencia que un ordenador portátil y
los avances propios de una tableta. Esta categoría de dispositivos mide menos
de 21 milímetros de grosor, cuenta con un sistema de arranque al instante y
permanece en funcionamiento durante horas, por lo que es perfecto para los
viajeros más avezados. Soporta tanto pantallas táctiles como la tradicional
combinación de teclado y ratón y, al integrar la familia de procesadores Intel
Core vPro, proporciona la protección necesaria para mantener las amenazas
alejadas y los datos seguros. Esta nueva generación de procesadores también es
más rápida que versiones anteriores. En definitiva, y aunque suene a sueño, la
tecnología ha conseguido cubrir por fin las necesidades de los usuarios en
cuestión de estilo y movilidad sin comprometer la seguridad y el rendimiento.
La movilidad de las
tabletas
Eso sí, para movilidad la de las tabletas, que
garantizan una experiencia táctil de primer calidad en situaciones en las que
la flexibilidad y la intuición son requisito indispensable y ofrecen más
opciones de soporte para las tareas específicas de los trabajadores, todas
ellas características que repercuten positivamente en el coste total de
implantación. Existe una amplia gama de tabletas equipadas con procesadores
Intel que, al soportar el sistema operativo Windows 8, no sólo son compatibles
con las aplicaciones tradicionales de x86, periféricos y controladores, sino
que también pueden coexistir con sistemas con Windows 7. Estos dispositivos
disfrutan asimismo de prestaciones de seguridad integrada, capacidad de uso y
duración de la batería, junto con una amplia gama de opciones de rendimiento,
que van desde los procesadores Intel Atom hasta la tercera generación Intel
Core vPro.
All-in-ones con
pantallas más amplias
La innovación tampoco está reñida con los ordenadores
de sobremesa. Muchos usuarios demandan equipos con pantallas más grandes que
las de los portátiles y un rendimiento a prueba de bomba, bien sea para
trabajar desde el cubículo de una oficina común o para hacerlo desde la
comodidad de un despacho doméstico. Pensando en ellos se ha renovado el
concepto de sobremesa hacia modelos todo en uno conocidos como ordenadores
All-In-One sin apenas cables, que se antojan ideales para aprovechar espacios
limitados. Destacan porque tienen un diseño más atractivo, consumen menos
energía que antes y son más respetuosos con el medio ambiente. Los últimos
modelos suelen estar equipados con capacidades de informática táctil, lo que
permite ofrecer una experiencia mucho más dinámica y completa.
Un factor de forma emergente entre el familiar
conjunto de tabletas, ordenadores portátiles y PCs todo-en-uno es el de los
convertibles. La idea básica sobre la que se asientan estos sistemas es la de
poder transformarse en cualquiera de los productos anteriores según las
necesidades (o el capricho) de los usuarios. Y, en consecuencia, convertirse en
dispositivo primario en el puesto de trabajo, reduciendo la dependencia de los
usuarios por su tableta o su ordenador personal o favoreciendo la división de
tareas: las más exigentes para el equipo completo tipo portátil y aquellas más
livianas para la parte con forma de tableta. Que un único producto pueda
combinar las propiedades de todos sus rivales, además, facilita las tareas de
los administradores de TI que ya no tendrán que preocuparse de gestionar
multitud de elementos, sólo uno.
“La mayoría de los convertibles BYOD tienen
red, almacenamiento, gráficos y demás características a nivel de consumidor,
por lo que no son muy adecuados para la infraestructura de la empresa y su
seguridad”, aclara el director de consumerización de Intel, David Buchholz. Ésa
es la gran diferencia: partir de la tecnología orientada al consumidor de TI, y
adaptarla a las necesidades empresariales.
El control por voz
será una función clave en los futuros Ultrabooks
Intel trabaja para que
el control por voz sea una función estándar en los Ultrabooks que vendrán con
sus procesadores Shark Bay, conocidos como "Haswell", y se
comercializarán en 2013.
Jaime Domenech
Para ello la marca de
Santa Clara equipara sus equipos con una combinación de hardware y software orientados al
reconocimiento de voz.
La tecnología manos libres se
integrará en las pantallas táctiles de los Ultrabooks y será considerada como una función
premium.
De momento se desconoce como implementará
Intel el tema del hardware, pero se especula con que se apostará por un micrófono
digital que traerá cancelación activa de ruido.
Entre las ventajas que se esperan con Haswell
también se incluye una mejora en la duración de la batería,
y se rumorea que traerá compatibilidad con pantallas Full HD en los equipos que tengan un precio de
800 dólares en adelante.
Asimismo, estará preparado para la banda
ancha con tecnología WWAN y
destacará por incluir tecnología de reconocimiento facial.
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